
Senderismo en el Cañón del Chan:
Una caminata entre lo onírico y la naturaleza
7:30 am, el contingente se adelanta a la cita y llegan media hora antes de lo pactado, cargo con lo que preparé un día antes y sin tiempo para más, agarramos camino pasando por un costado de la Ferrería, Sebastían Lerdo de Tejada, Pilar de Zaragoza, para llegar después de unos 30 minutos, a Santiago Bayacora.
TEXTO: YIMA MEDRANO
FOTOS: YIMA MEDRANO, MIGUEL PORRAS, FITO NUÑEZ, MIGUEL CASTAÑEDA












El Cañón del Chan es uno de esos rincones poco conocidos en el municipio de Durango. Combina la majestuosidad de lo natural con un profundo aire de misterio. La caminata de más o menos 7 kilómetros a través de este paraje no es sólo un recorrido de relativa demanda física, sino una experiencia sensorial y emocional que invita al visitante a reconectarse con la tierra, la vegetación, el silencio, y por qué no, hasta con lo onírico.

El punto de partida se encuentra a la entrada del cañón, donde pasas a la caseta a registrate y purificarte con una moderada cuota de admisión. Hay 3 recorridos trazados: “El Circuito del Chán” donde subes los montes del costado izquierdo y te lleva por arriba a las formaciones rocosas; el del “Cañón del Chán” que te lleva por los riachuelos hasta el cañón; y el que llega hasta la cortina de la presa es el “ Más allá del agua”. Fito Núñez, líder de la expedición, elige la ruta 1, gran decisión.








Inmediatemente comenzamos a subir por un camino estrecho pero bien trazado, donde la vegetación es abundante en este tiempo de lluvias y las paredes de piedra que nos acompañan, se elevan poco a poco, formando elementos que solo tu imaginación es capaz de resolver. Mochilas, cámaras, gorras o sombreros, son acompañantes indispensables. Adelante va Fito abriendo la marcha, seguidos por los dos Migueles y el que esto escribe, cerrando el mini contingente.

El sendero, aunque accesible, exige atención: pasos sobre piedras irregulares, gravilla con características resbaladizas, escalones naturales de diversas alturas revelan que se requiere tu atención y destreza en todo momento, para sortearlo con los menores percances posibles. Durante el trayecto, el entorno se transforma constantemente: a medida que se subes y avanzas, se descubren formaciones rocosas moldeadas por siglos de erosión, donde las sombras proyectadas por las paredes del cañón y los cambios de luz a lo largo del día dotan al paisaje de un carácter muy cinematográfico.








Tras unas horas de caminata en permanente ascenso, la ruta cambia drásticamente, teniendo ahora ante nosotros, una meseta necesariamente plana, la vegetación es diferente, nos acopañan a ratos unas vaquitas y luego, unos burritos. Seguimos andando, viendo con frecuencia las marcas permanentes de pintura o de piedras encimadas que te indican que vas por el camino correcto. Este tramo culmina en una bajada de regular dificultad, y al fondo, allá abajo, logras apreciar unas pozas de agua transparente que te invitan a meterte en ellas y descansar.




Despues de sumergirnos en sus frescas aguas, reanudamos la marcha, esta vez, siguiendo el margen del río, y de repente, aparecen unas enormes figuras pétreas, como salidas de una película de fantasía o de un sueño. La pareidolia se manifiesta inmediatamente, y cada quién expresa su interpretacion de las decenas de formas y figuras que tenemos frente a nosotros. Las colosales piedras nos ofrecen un gran espectáculo visual y nos detenemos un buen rato a hacer fotografías, incluyendo la del recuerdo. Seguimos bajando y llegamos finalmente a terreno plano, y andamos la terracería que nos lleva de regreso al inicio de la caminata. Heladas bebidas espirituosas nos esperan como recompensa al esfuerzo realizado. Una gran experiencia para todos, y regresamos contentos a la ciudad, llenos de buena vibra y de relatos y situaciones divertidas para compartir. Les recomendamos ampliamente cualquiera de las 3 rutas, seguro se van a divertir decubriendo Durango.



