Iglesia de los Remedios

Construcción del siglo XVII, situada el el cerro del mismo nombre, su campanario de un solo cuerpo y ochavado la hace rara en México.

Es como una fortaleza sobre una acrópolis que la ciudad de Durango ha rodeado con su centenario crecimiento, un baluarte de la fe.

El cerro, desprendido de la Sierra Madre Occidental, donde se construyó este templo colonial, al que de un cañonazo, durante la Revolución Mexicana, en febrero de 1913, se le destruyó parte de su torre octagonal (ahora reconstruida), fue un adoratorio prehispánico, y es aún visitado por los indígenas Tepehuanos, primeros pobladores del Valle del Guadiana.

Desde su atrio, en la cima del cerro de cantera, de la cual se abasteció la ciudad colonial, y donde se explotaron ya en el siglo XX minas de estaño, se contempla apacible la antigua ciudad completa, y la moderna. Se trata de un mirador excepcional que permite visualizar al infinito la amplitud del Valle del Guadiana y sus ríos, como el Tunal, que lo atraviesan, la serranía que lo amuralla, y los Parques Guadiana y Sahuatoba, así como las principales avenidas y edificaciones de la ciudad.

En su interior reposa sobre el altar principal la pequeña y venerada imagen de la Virgen de los Remedios, una joya colonial primorosamente vestida, que protege a los duranguenses de las enfermedades, y que en épocas de sequía, al ser sacada en procesión, produce milagrosamente torrenciales aguaceros.